Hay heridas superficiales y heridas del corazón. Heridas que duelen en el cuerpo y heridas que duelen en el alma.
"No puedo mirarte". Esas gélidas palabras lo dijeron todo. La mezcla de alcohol y sentimientos reprimidos resulto ser fulminante, tanto que de las profundidades emergieron nuestros temores ocultos.Nunca te había visto así, incapaz de fijar tus ojos en los mios, por el dolor y la culpabilidad. En ese momento entendí que tu sufrimiento iba más allá, que yo no era la única víctima. Aquella sensación te estaba corroyendo por dentro y en aquel instante pude verla claramente, brotando en forma de lágrimas puras y cristalinas. Ese error te había hecho pedazos. Comprendí que tu dolor partía de haberme decepcionado, que creías haberme fallado. La realidad es que, a pesar de mi aflicción, nunca me habías demostrado tanto amor.
Más allá de lo físico, del mero roce, me atemorizaba la idea de que tu corazón, mi tesoro más preciado, me fuese arrebatado.El miedo a perderte predominaba por encima de todos los sentimientos.