Otra pesadilla más. Otra noche inquieta de sabanas mojadas con sudor.
Te encuentro con ella, caminando juntos de la mano. Paseando sonrisas de oreja a oreja. Divertidos. Quiero huir pero mis pies se anclan, se pegan al cemento. Veo que te acercas a saludar y mi corazón se olvida de latir. Despierto. Suerte que tan solo ha sido un sueño.
Soy caprichosa y egoísta tal vez, porque no consigo aceptar que otra persona disfruta de algo que era mio y que para mí ya no queda nada. Imagino una y otra vez como te acuestas y despiertas con ella, como le regalas lo mejor de ti, como te esfuerzas por hacerla feliz,como le dedicas tu cariño, como la quieres...
No logro asumir que tus caricias tengan otra dueña, que tu calor abrigue a otra, que tus abrazos envuelvan otro cuerpo, que tus besos sean para otros labios y, lo peor, que yo ni siquiera pueda reclamarlos. Un sentimiento de impotencia, porque no tengo derecho a protestar, ni a pedir. Todo lo que no tengo, yo misma lo perdí.
En el lenguaje del mar, dejarse llevar significa ser arrastrado por la corriente. Déjate llevar, puede que te pierdas mar adentro y jamás regreses, o puede que recorras kilómetros para acabar en el lugar dónde empezaste.
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