Mañana soleada, de despertar lento y perezoso, que combina con zumo y cereales para desayunar. Miro a mi alrededor y te encuentro en cada rincón de mi habitación. Quiero llamarte o escribirte, saber si has ido a clase, que haces con tu mañana soleada. Contarte que ayer me caí de la bicicleta y que mi cadera necesita una cura de cosquillas. Decirte que me apetece ir al cine, que tengo descuentos, que hace tiempo que no vamos, quizás ver una película de miedo. Podríamos acabar en mi casa, darnos algo de calor porque empieza a refrescar en noviembre.
Una mañana soleada, tan corriente que parece que nada ha sucedido. Despierto creyendo que sigues conmigo, tengo ganas de ti. Hoy mi mente se levantó confundida, no acepta que te hayas ido, no logra entenderlo. Me engaña, queriendo fingir que todo sigue como hace unos meses. Cuando me doy cuenta de que nada es igual, duele de nuevo.
Ojalá pudiera dar marcha atrás, abrazarte bien fuerte, decirte que todo va ir bien, que te prometo el mar y lo conseguiré para ti porque nadie te ama como yo.
martes, 3 de noviembre de 2015
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