BigBang Theory

A solo un mes de sumarle otro pulgar a la mano cae el último grano de nuestro reloj de arena, sin nadie que lo gire se congela el tiempo. 

Hoy el 11 esta vacío, desnudo y sin sentido. Esquelético porque se desnutre de significado, consumiéndose hasta dejar dos números escuálidos y huesudos. Un viernes que querría haber nacido cualquier otro día de esta semana. 

Aun así, la arqueóloga que vive en mí estudia este día fósil y desentierra su pasado, con la brocha y el escoplo voy limpiando impurezas para descubrir la belleza de esta pieza. Casi 6 años de antigüedad, toda una reliquia.

El 11 fue el día del Bigbang. El momento en que nuestros cerebros desataron juntos la tormenta química, una sopa primitiva de neurotransmisores en ebullición, calentándose y enfriándose, que llevaron al estallido amoroso. Sin mover ni un músculo, un beso desencadenó torrentes y cascadas de emociones que se expandieron por las mentes excitadas. En una trillonésima parte de un segundo, a una velocidad incomprensible, el amor se expandió desde el tamaño de un guijarro a un alcance astronómico. Se produjo entonces una desceleración de esta explosión y surgió  la materia pesada del amor... Así se enamoró el universo.